domingo, octubre 22, 2006

Construcción y grasa

Mientras el capitalismo de celofán adelgaza, deslocaliza el esfuerzo, los humos y los residuos y hasta arrincona al producto en el spot publicitario, el negocio inmobiliario español está cubierto de una capa de grasa que consigue pringar muchas de sus actuaciones. Presidentes de fútbol gordos, políticos con barriga, constructores con tripa y muchísimos ciudadanos que alardean del sobrepeso que ha alcanzado su casa parecen haber olvidado que los michelines están “out of fashion”. Es tanta la grasa que arrastra el negocio del ladrillo que ya amenaza al medio ambiente, al ecosistema social, agujerea los discursos políticos y pringa el debate mediático. El tejido adiposo que cubre el 10 % de nuestra economía lleva en su composición billetes de 500 euros, directores de banco obsesionados con mejorar su cuenta de resultados, notarios que se dan la vuelta, comisiones a políticos, plusvalías millonarias, dinero negro, inmobiliarias con una ambición ilimitada y una dejadez de las autoridades que hace imposible saber ya si toda esta grasa es una excepción o se ha convertido en norma. Después de una década de crecer y crecer sin límites el trombo de grasa que recorre las venas de nuestra economía se ha convertido en una amenaza visible. ¿Será posible disolverlo o estamos abocados al infarto? De momento, los que llegaron primero están dedicando parte de sus beneficios a jugar a las opas y otros deportes de riesgo mientras los periódicos, los políticos y público en general admiten a regañadientes que en muchos lugares la grasa apenas deja ver el bosque. mono 3

2 comentarios:

D'O dijo...
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D'O dijo...

Buena metáfora la de la grasa. Pero la dieta de aldegazameinto no entra en los planes de urbanismo, de momento. mono 2.