viernes, octubre 27, 2006

Farewell to Mr. Wenders


La última película estrenada de Wim Wenders Don´t come knocking (Llamando a las puertas del cielo, 2005) tiene a priori los ingredientes necesarios para convencer a la audiencia que espere una nueva road movie del cineasta alemán: personajes perdidos, hijos no (re)conocidos, panoramas del Oeste norteamericano, pecados y arrepentimiento... La historia presenta a un personaje maduro desencantado (Sam Sephard) que decide romper con su vida de actor de westerns venido a menos y rolling stone impenitente, y hacer balance de su vida, en especial de los últimos treinta años, visitando a familiares y amigos. Esta suerte de Odisea la comparte Sephard con unos grandes actores y actrices principales y de reparto: Jessica Lange, Tim Roth, Sarah Polley y, en especial, Eva Marie Saint, que interpreta a la madre del protagonista. Sin embargo, pese a estas expectativas iniciales, la sensación durante y después del visionado es la de un suflé que no llega nunca a subir, que pierde su fuerza conforme los intentos por recomponer la historia van aplazando sus propios tópicos. La inevitable comparación con la espléndida Paris-Texas sólo funciona como una losa que no puede, en ningún momento, ser superada. Aunque odiosa, esta comparación también se torna inevitable tanto por la colaboración de Sam Sephard en el guión del filme como por su interpretación no del todo creíble, y menos si la comparamos con el impresionante papel de Harry Dean Stanton en el filme de 1984.
Wenders se ha anegado de artificio, de movimientos de cámara, de paisajes impresionantes, de recursos manidos. Pero ya no transmite credibilidad. Este aspecto según se mire puede resultar provechoso en casos concretos, pero no en este tipo de cine asentado con firmeza sobre las bases de un cine narrativamente clásico y donde los personajes son como capas de información que cabe ir desentrañando.
Al menos en Valencia no se ha podido disfrutar de Llamando... en versión original subtitulada. El doblaje resta a la atmósfera completa del filme una intensidad determinante (¿no ve la gente en las versiones dobladas un conjunto de marionetas manejadas por un ventrílocuo?), sólo superada por la interpretación de Eva Marie Saint, que en efecto parece que siempre vivió allí, siendo la madre que sólo recibe noticias de su hijo a través de los periódicos y la prensa amarilla. A Wenders le damos un adiós figurado, le ofrecemos el rincón de pensar para que vuelva a centrarse, pues de alguien que nos ha enseñado tanto con su filmografía no podemos alejarnos demasiado, aunque sea revisando sus películas anteriores. mono4

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