sábado, noviembre 04, 2006

El verano de Hyannis Port


En el mundo de la literatura y la edición predomina el criterio mercantilista propio de cualquier campo económico en una sociedad capitalista. Los neoliberales culturales argumentan la sabiduría del público/consumidor como criterio inapelable y democrático de aquellos títulos que triunfan y que, –por lo menos, y no es poco- mejor entretienen. Y es defendible, de ahí los éxitos de libros como El código Da Vinci o el fenómeno Harry Potter- que no puedo juzgar por su calidad literaria puesto que no los he leído- cuyas cifras de venta simplificarían cualquier discusión de orden literario. No se trataría de defender una literatura difícil que pocos leen, y unos autores desconocidos cuya condición de marginales les otorga un aura de calidad indiscutible hasta que pasan a vender. Entonces pierden enteros entre los aspirantes a vanguardia que sólo recuerdan las maravillas de sus primeros títulos.
La cuestión más bien estaría en el género elegido, porque esta opción determina todo lo que viene a continuación. Si uno se decide por la novela, es que pretende vivir de lo que escribe; y esa elección implicaría una narración para el gran público al que se aspira a vender el libro. Para ello la voz debe ser democrática, es decir, aspirar a ese lector medio e ideal del que habla la crítica literaria. Por tanto, ser radical es francamente difícil. Sin embargo, cuando uno decide escribir poesía, es que no tiene demasiado interés en comer de ello, y en principio al menos, tiene una libertad total en lo que a la expresión formal e incluso ideológica se refiere. Un poeta puede afirmar cosas como la que un amigo me recordaba que decía Panero en una entrevista: llevo años diciendo que ETA es la única que hace oposición. ¿Alguien puede imaginarse a un novelista recién premiado afirmando tal boutade? El último libro de poesía que he comprado me ha costado un euro. De saldo. La novela que compre ese día me costo cinco. La inflación inversa afecta mucho más al género poético que al narrativo. Sin embargo, la voz poética es, al no tener un componente económico tan claro, mucho más libre, sincera, y por supuesto, ideológica.
mono2

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