lunes, enero 15, 2007

Mi encuentro con Zanussi

Un amigo me envió hace unos meses este correo electrónico desde su exilio irlandés.

No soy para nada un cazador de autógrafos, pero el azar me ha puesto en compañía de algunos cineastas y escritores que valoro. He compartido ascensor con Claude Chabrol, festival de cine con Yves Montand, coincidí en un cine con Francisco Ayala y en otro con Luis García Berlanga, con quien también hablé hace muchos años por una céntrica calle de Valencia. Y podría hacer una lista mucho más larga, pero tampoco tendría sentido. Porque de lo que quiero hablar es del autor de El toque silencioso.

En la semana de cine polaco que se ha celebrado en el IFI, han tenido la buena fortuna de contar con la asistencia de Krzyzstof Zanussi. Tres de sus pelis fueron pasadas en un mismo día. Yo sólo pude acceder a dos porque la segunda sesión se había vendido toda días atrás. Ninguno de los films se quedó con asientos vacíos, y eso que la última fue en la sala grande del cine en la que cabrán unas 300 personas. Hay que decir también que era sábado noche y competía con las mil fiestas que se organizan en Dublín. El público fue mayoritariamente polaco, y además muy joven, entre los 20 y los 30. Atendieron su charla con complicidad, riendo con sus anécdotas y dándole dos calurosas ovaciones, una de entrada y otra de salida que fue bastante impresionante.

Yo pude ver Camuflaje, una obra menor llena de buenos detalles, realizada en los 70, y Persona non grata, irregular pero interesantísima historia que tiene algunos dejes con Under Vulcano, de Lowry. Le vi presentar Camuflaje, donde aprecié su buen inglés (hasta yo le entendía casi todo), y sus modales exquisitos. Y la charla con el público tras la proyección de su último film, donde demostró ser un furibundo defensor de los cinemas europeos (frente a la hegemonía del mediocre mercado americano, algo que constato) y un cineasta que ama el cine (renunció a ser diplomático en Rusia por seguir ejerciendo su profesión), así como un hombre comprometido en la lucha por la libertad en Polonia.

Defendió elegantemente sus creencias católicas, señalando con bastante buen ánimo las críticas de la izquierda cuando hizo su retrato de Juan Pablo II, matizando que era un proyecto de encargo, que aceptó hacer por poder hablar de la historia de su país y para evitar que un cineasta americano acabara por realizarlo y desvirtuara el contexto del que surgió Karol Wojtila. Reivindicó a sus cineastas favoritos: Bergman, Fellini, Antonioni, Bresson, y alabó a sus amigos personales Kieslowski y Tarkovski. Fue un placer escucharlo.

Entre las dos sesiones, coincidimos en la cafetería del IFI. Armándome de valor me había traído conmigo una copia de Punto de giro, e hice lo que seguramente todos estáis pensando: sí, sí, me acerqué hasta él justo cuando ya se iba y le di una copia del corto. Empecé a hablarle en inglés, pero cuando le dije que era español, me habló en un perfecto castellano. Me atendió con exquisita amabilidad durante unos minutos y me prometió que vería el corto en enero, y que ya me diría que le había parecido. (Lo más seguro es que se le "olvidara" en la habitación del hotel, y habrá caído en manos de algún desalmado recepcionista neo-nazi.)

Viendo como se comportaba, lo inteligente de sus observaciones, el cariño que despertaba entre sus compatriotas, y su continua declaración de amor hacia el cine, me sentí verdaderamente reconfortado y reconciliado con la vida, como si me hubieran centrifugado y dejado como nuevo. Sé que es un mal chiste, pero ¿no es maravillosamente irónico que un cineasta tan poco tecnológico y tan espiritual como Zanussi, tenga el mismo nombre que unas lavadoras? mono 2

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