lunes, junio 11, 2007

Azar y contracultura


Hace unas semanas topé en televisión con una entrevista a Pepe Ribas, fundador de la revista Ajoblanco, de la que tanto aprendimos siendo jóvenes y que, aún hoy, es para nosotros referencia de un modo de hacer una revista de tendencias: textos y contenidos con fotos y diseño a su servicio. Poco que ver con la actualidad, en la que las revistas modernas –que además son gratis- suelen ser meros soportes publicitarios que buscan como excusa algunos textos que en el fondo y en la forma dan igual. Ribas era entrevistado porque acaba de publicar un libro Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad, una especie de autobiografía en la que relata sus experiencias aquellos años de cambio político en los que se gestó su proyecto editorial. Su actitud pasional y de iluminado en el relato de la transición, alejado de la versión edulcorada a la que estamos acostumbrados, me resultó fascinante y decidí que me iba a comprar el libro cuanto antes. Al día siguiente tuve una señal de orden económico que apuntaba en la misma dirección: al salir hacia el trabajo me encontré un billete de 20 euros en mitad de la calle. Ese mismo día me hice con el libro de Ribas y lo estoy disfrutando por su manera sencilla de narrar y por los personajes que transitan sus páginas: Rosa Regás, Esther Tusquets, Carlos Barrall, la gauche divine…y tantos otros que hoy ni se recuerdan a sí mismos cuando eran hippies. Creo, sin embargo, que merece la pena la lectura de ese relato de la contracultura en este país.

No entiendo la actitud de los teléfobos, porque algunos descubrimientos se hacen en la tele, como el del libro de Ribas. En sentido contrario pero complementario, el otro día contemplé perplejo una tertulia televisiva de nivel intelectual: Manuel Delgado, Ramón de España y otros profesores universitarios en canal 33 hablando de contracultura. Comentaban con mucha ironía que no existe en España tal cosa y si lo hace es de forma residual y poco organizada. Incluso señalaban con sorna el simulacro que supone considerar a Ignacio Ramonet y a Manu Chao como contracultura. Es probable que tengan razón desde su óptica universitaria, pero no se nos puede escapar que ellos como representantes de la cultura institucional no pueden hacer más que negar la existencia de la contracultura. Además, todos ellos pertenecen generacionalmente al relato de Ribas pero saben que el sueño de aquellos años no les pertenece, es de otros que, hoy, sí que hacen cultura a la contra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece un libro excelente para imagiarnos como fueron los setenta. Sin embargo, cuando he escuchado a Pepe Ribas del Ajoblanco de los noventa, no parece tan apasionado. No lo entiendo porque esa fue una revista que me acompañó todos esos años, la guardo en mi estanteria y la releo con disfrute. Creo que fue necesaria y con pocos retoques aún lo sería. NO hay en el Kiosko nada que se le acerque en calidad, en espiritu, en contenidos, en interés, yo la echo de menos porque fue parte de mi formación. Sobre lo de la contracultura preferiria hablar de los profesores universitarios y su escasa / nula presencia social, ¿ A qué se dedican a medrar en sus departeamentos ?

Anónimo dijo...

Este libro me parece interesantisimo, forma parte de un legado histórico que bien se debería de enseñar en colegios institutos ...
De lectura obligada y no menos interesante me resulta el libro "la contracultura ¿Qué fué, qué queda?... del escritor Luis Ruiz Aja, con un contenido excepcional, objetivo, abarcando conceptos y anécdotas de interés para quienes vivieron aquella época y para quienes nos hubiera gustado vivirla
Os recomiendp ambos libros y ver el programa que Sanchez Dradó en Telemadrid dedicó a Luis Ruiz Aja

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo! es una pena que el libro de Luis Ruiz no tenga una tercera parte del bombo que recibe el de Ribas, porque no hay nada tan completo sobre el tema de la Contracultura,escrito por un español. También me gustó el programa de Dragó, pero pasó lo mismo, que lo pusieron a horas intempestivas y en Tele Madrid... pero estuvo a la altura de los mejores programas del legendario " Negro sobre Blanco" de la 2, que algunos echamos tanto de menos